28 mar 2010
Laboratorio: prohibida la entrada. Entro. Mi turno està por empezar y puedo dejar de simular ser enfermera principiant. Me lavo la cara y estoy lista, despierta y fresca (recordar-me que 2 horas de sueño bastan en caso de eventualidad). Miro la jaula. Los roedors tienen 2 destinos, o màs. Primer destin: viven unas semanas en el calor del laboratorio bajo el efecto de policompuestos quimicos para ir al incineradors cuando el experimento de resultados no clasificables como deseados. Segundo destin: van a la cosina y bajo la clasificacion de lapin aux pommes quedan en el menu como plato del dia. Tercer destin: los llevo a mi hogar y despues se verà. Siempre hay una soluciòn para todo. Toc- toc, tocan a la puerta.
– Adelante – digo con voz clara
– Hice una entrega esta mañana, una docena de roedores, usted firmò el recibo.– Dice el entregador de roedors que no se para que vuleve.
– ¿ Yo? – le pregunto.
– Creo que olvidé aqui el recibo – dice el.
Veo el recibo con mi firma, sobre la mesa, a la izquierda. – No vi ningun recibo – le digo. Y camino hasta la mesa como si fuese mi laboratorio, como si nada, asi. Cruzo las manos detras de la espalda, en posicion de escuchar, agarro el recibo y lo escondo en el delantal, detras del moño, en la cintura.
–No se ve ningun recibo – le digo. ¿Sigue nevando? – pregunto como si no hubiese ventana.
– Si. – Me contesta. Me mira y justo suenan 7 camapanadas .
– Son las 7 – le digo – volvieron a su funciòn de sonar las campanas de la catedral.
Y el entregador de roedors se levanta la manga del azul de lana y controla que su reloj estè en hora, en punto, en su hora personal que coincide con la mia y con la del reloj de la catedral.
– Si, son las 7 en punto señorita, señorita.
Y lo dice repetido el "señorita señorita" . Vaga en la palabra "señorita" 2 veces para que le diga mi nombre. Pero no digo mi nombre. No porque sea alto y use reloj voy a decir, hoy, un nombre. Decir-le mi nombre, al entregador de roedors. El mostrarse 2 veces en una sola mañana no lo exede de ser "desconocido entregador de roedors".
– ¿ Como es que podria conseguir-me un reloj de pulso para tener bajo la manga de mi uniforme yo tambièn? – le pregunto.
– Depende. ¿Le gustan los relojes? ¿Seguro que no olvidé aca el recibo, señorita ?
– Los anillos no me interesan ( ¿dijo anillos?) pero la relojes si. – Digo y queda claro.
Y con còmodo las palabras que hablamos se empiezan a entender solas que hasta creo nos quedamos en silencio. Y suenan 8 campanadas que anuncian otra nueva hora. Y sin dejar de controlar-me el moño del delantal digo. – Voy a buscar el recibo, por si acaso lo encontrara, vuelva a pasar y preguntar-me mañana.
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1 comentario:
Muy Bueno! Jaqui.
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