30 ago 2010

Juro, juro, jurè, a la excelentísima madre superiora que una vez llegada a la ciudad le escribirìa. De de mi trabajo y de mi vida, de cuando me case o decida volver al orfanat- cosa que no haré jamás. Yo escribo todo bièn con detalles como pidió ella. Pero siempre doy un paso atrás en la oficina de correos cuando llega mi turno de estampillar y enviar. ¿En que voy a pensar cuando cambien los pisos del los corredors del hospital? ¿Cómo voy a ordenarme sobre metros y metros de pisos dameros? ¿Cómo voy a saber el camino sin las guardas del costado? Bisturí hay en cirugía. Tijeras en el escritorio del doctor. Jurè y ahora falto al juramento porque no se donde se separa lo que pasa y lo que pienso. Por eso no envío las cartas al orfanat, o porque ya no creo en los rituales como necesitad del orfanat y prefiero estudiar ciencias. Las ciencias son claras respecto a lo que en efecto sucede y lo que solo se piensa - que también sucede, ciertamente, no lo digo yo. Y tantos años de rezar, aún haciendo trompos, subiendo a sonar las campanas, cargando leña, quedan tan distantes del hielo de esta ciudad, de mi tiempo, de mis cabellos que en vano amarro. Distan de la habitación de las sábanas, del doctor, de una caja que no se abre , de los roedors curando la ipotermia de mis arcos plantars. Dista ese juramento de nombrar mi vida cuando tengo siempre tanto que hacer. Ya tengo el bisturì, voy por las tijeras.

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