1 abr 2010
Me pica la camiseta de lana. Y ese olor que viene de la cama de al lado ¿o es mi cama? Tengo ganas de gritar : "¡Vengan a limpiar!". "¡La camiseta me pica!" Pero es mejor no decir nada. Cualquier detalle, lo que afuera es el comentario mas estúpido y banal aquí se convierte en el centro del mundo, el núcleo de uno y su enfermedad. Nunca fue una enfermedad sufrir el contacto de la lana con la piel. Escuché rueditas gran parte de la mañana. No voy a decir " escucho rueditas" porque sería mi condena. Se lo voy a decir a la enfermera, ella sabe que las camas tienen ruedas, me estuvo moviendo de acá para allá, sabe. Por un momento me pareció estar en la pista de patinaje, patiné hasta los dieciséis años, sobre ruedas, era buena. Después los brillantes, la malla de lycra ajustada, el entrenador y la música que salia distorsionada de los parlantes me cansaron. Por último los de hockey sobre ruedas de la pista de al lado se volvieron lo único en mi vida, mi vida a los dieciséis: colgué los patines blancos, tiré en el fondo de un cajón los cubre patines y las mallas de lycra y me dediqué al hockey sobre ruedas: osea a rodar de un jugador a otro de todos los equipos de todos los clubes de la ciudad que practicaban hochey sobre ruedas . Tengo la cabeza, trato de moverla pero no puedo. La boca, tampoco se mueve. Emitir sonido, no, silencio. Pensar pienso, estoy pensando. O tal vez estoy soñando otra vez, tal vez subió la fiebre. Muevo los pies, si, se mueven. El olor viene de mi. Unas pantuflas o medias que tengo en los pies despiden este mal olor. Olor a pié, como el de los jugadores de hockey y las patinadoras sobre ruedas a los dieciséis. Creo que envejecí. ¿Dónde esta el doctor? Quiero que me saque las vendas. Quiero hablar con él. Quiero que me desvele. Quiero ir a mi casa, llevar al doctor, y seguir ascendente en espiral.
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