23 ago 2010

Subo, bajo, sueno. No duerno y sueño. Vivo fuera de mi, cabeza y cuerpo, ya casi no advierto la diferencia. Encontré la llave de la farmacia. Hace un mes que soy un fantasma en el hospital. Esa tonta de enfermera coquetea con el chofer del camión de las ratas y me mueven dentro a la caja pensando que hay plata. ¡No, no hay plata! ¡Soy alérgica a la plata! Hay oro, perlas, diamantes y otras piedras preciosas de las profundidades de la tierra. Demasiado preciosas para ser ofrendas a hombres que no distinguen la seda del la seda falsa. ¿Qué dije? Ah, si, soy alérgica a la plata. La farmacia está en la planta baja. Se lo que es perderse mutuamente. No se de venganzas. La justicia la promuevo pero no es aplicable en mis condiciones . El desperdicio de comida en mis fiestas, cuantos desperdicios. Tampoco estaba en condiciones hacer ordenar la cocina. La servidumbre siempre sabía que hacer con los desperdicios de comida. Pobres nunca faltan. Finalmente mis desperdicios son el beneficio de algún otro. Vivo sin un órgano hace tanto. No, la cabeza es lo de menos, existen las lámparas que coleccioné durante años. Premonitoriamene perfecta, sabía que un día las usaría. Alguien se ocupará tal vez, se ocupará de mi por eso. Mis hijas se ocuparán. Dije será justicia, pero no se de venganzas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Señora, quisiera verla dormir en joyas