3 jul 2010
Terminè. Voy a la habitación de las sabanas. "Señora, soy yo, la enfermera del doctor, la llevo a su casa". Silencio ( claro no habla). "¿Señora?" (¿En que estante había dejado a la paciente?). "Señora soy yo, no tema, vamos, la llevo, encontré en un una billetera dinero para los pasajes del tram, no debemos caminar". ¿Pero dònde está?. Busco entre las camisas, los paños, las sábanas, claro. La señora no está. Jacqueline desapareció de la habitaciòn de las sábanas. Tengo que buscarla, le prometì, le prometì llevarla a su hogar, a ella. Se habrá contagiado de la de la cara cortada, impaciente, y se habrá retirado, huìdo. Si, eso, estará ya en la calle, ciega buscando el camino de regreso al su hogar. Corro, Corro hacia a ella, para acompañarla , y para conocer su hogar, porque no conozco otros aparte del mio ( que es de la austriaca), y el del entregador de roedors que es un hogar. El entregador de roedors, el, su hogar.
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