2 sept 2010
Entro al ambulatorio de mi doctor, no está. Están sus libros, la vitrina, el diván, la camilla, los sillones, el escritorio y la silla. Tiene todo ordenado porque lo ordeno yo, claro. Las tijeras están en el cajón de la izquierda, nunca las usa, regalo del marido de una paciente que murió. Un regaló del viudo al doctor, en agradecimiento por las curas el viudo le regaló un juego de escritorio: abre cartas, pisa papeles, tintero y el par de tijeras- que son una sola tijera pero se dice un par de tijeras porque una lama hace a la otra. Asisto con devoción como me enseñaron en el orfanat y en el curso de enfermera profesional. Devoción, ciencia, servicio y paciencia, en ese orden. Creo que el doctor deberìa curar en vez de escuchar y las demás cosas. O debería dejar de experimentar curas con policompuestos quimicos y las demás cosas y enseñar a sufrir. Sin duda el tratamiento seria eficaz para las pacientes que no saben sufrir. O las que sufren por error ( como el caso de la cabeza que cortè, por error mal entendido). Tengo las tijeras, tengo el bisturì, vuelvo a la terraza para abrir la caja.
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