19 sept 2010
Estoy llegando tarde, no es la primera vez. Las escaleras de incendio, que deberìan ser más seguras y sobretodo ràpidas, realentan. Si hubiera un incendio, me pregunto, si hubiera un incendio, me pregunto y me respondo, estas escaleras servirían a bìen poco. Pienso en un posible incendio porque no se en que pensar, claro. Porque no se que hacer, nada. No hago nada. O hago como si nada por el momento, osea: entro al reparto escondiendo las tijeras y el bisturí (a algún paciente le puede estar prohibido estar en contacto con elementos filosos o cortantes), miro el libro de turnos, controlo los presentes y hago esperar antes de pasar. Antes entro en el consultorio del doctor y digo:" Pardon doctor por el retraso" con una inclinación leve y después: "Le devuelvo las tijeras". No, mejor no digo que devuelo las tijeras. No digo nada sobre las tijeras. Las tengo y las devuelvo a su escritorio en el momento apropiado, que no se cual es. Debería ser este el momento. Caso contrario se me posponen las cosas, se me realentan las escaleras.
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