14 jun 2011

"Doctor, un señor busca a una paciente". "No me interrumpa señorita enfermera, estoy ocupado", dice mientras se autosuministra un policompuesto químico. "Señor, el doctor está con una paciente grave y no puede atenderlo", le digo al mago mirándolo bien, buscándole el parecido con su hermana. Serán hermanos de madre pienso como primera cosa. La ciencia no explica los factores de las casualidades pienso como segunda, y después se termina el pensamiento, se acera y vuelvo a mirar al mago como la única y primera pero no la última. "Disculpeme", le digo. Y lo beso, en la sala de espera, detrás de la puerta de mi doctor, delante de una paciente, junto al registro, con el bonete que se cae y el moño que ruego para que no se desarme. Después me tapo la boca con la mano y me agacho para recoger el bonete. Debería le decir: pardon lo confundí con el entregador de roedors, o pardon es el eter que se respira en el hospital, pero le digo lo siento mucho su hermana está muerta. "Necesito el cuerpo", dice el mago. "Le falta una parte", le respondo. "Le agradecería me ayude a encontrarla o la remplaze por otra"

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