27 abr 2010

Mataron a un de los roedors. Toc-toc, tocan la puerta otra vez (es la austriaca que nunca se fuè). "Señorita, abajo està el señor que vino ayer, la espera". "Ah", digo. Hay que salir, pienso. Ya me vestì,claro. Le llevo el recibo, para decir que fue confucións, que lo encontrè, que se perdiò, pero que ahora lo tengo y se lo doy. Cierro mi puerta con llave, doble. Atravieso el corredor, lenta. Desciend la escalera pisando suave la alfombra gastada. Paso frente al reloj de cucù y el pájaro adentro espera su hora. Saludo con una inclinacións, abro la puerta y una ràfaga de nieve y viento entra. "¡Cierre, cierre!", grita la austrìaca. "¡Cierre, cierre!", grita la hermana de la austrìaca. "Cierre señorita", dice el hijo de la hermana. " ¡Cierre la puerta que se vuela todo!" no termina de decir una señora invitada. La nieve nieva adentro en el recibidor y el viento me enrieda. Con una mano en el picaport helado y la otra a tener-me la pollera mi bonete de enfermera vuela, mis cabellos todos se sueltan y hacen un remolin cuando justo justo dan las 9 horas en punto. El pàjaro sale, y el remolin de mi cabello color ceniza de pin lo enrieda hasta desgarrarlo del reloj y lanzar-lo hasta el centro de mesa ( con flors artificials ) porque es invierno, no hay flors de verdad en la ciudad, solo para los funerals compran. Veo el pàjaro sin cabeza y digo "pardon". Fue su primer y último vuelo, pienso. "Pardon", digo nuevament con otra inclinacións, el reloj sigue dando la hora y ya casi estoy afuera. El hijo de la austrìaca corre hasta mi para ayudar-me a cerrar la puerta. Me mira. Lo veo, como si el tambiens quisiera enredar-se en mi, y perder la cabeza, y salir-se. Lo veo, no soy tonta, aprendì en el orfant a salir. Est necesidad salir-se de si para ir más alla. Afuera me cierro el sobretodo, porque no hice a tiempo en el recibidor, claro. Esperando està el entergador de roedors con mi bonete de enfermera entre las manos, que justo volò hasta èl a las 9 horas en punto. " Buen dia", dice. "Si", contesto. " Le queda bien el cabello suelto", me dice. "Ah", digo. Pero tendrìa que amarrarlo, pienso.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy enamorado de la enfermera, me saca de mi.

La enfermera dijo...

quod!?

Dueño de la tabaquería de enfrente dijo...

Ýo también estoy enamorado de ella y la vi primero. Fue mi mirada la que no la dejaba cerrar la puerta, no el viento.

La enfermera dijo...

no puede ser porque no fumo, no ando por las tabaquerias. Es situaciòn de confusiòn estos comments, señor. (de verdad usted es el dueño?)

Dueño de la tabaquería de enfrente dijo...

Usted no compra en mi tabaquería. Usted compra, al lado de mi tabaquería, en el almacén de variados, los terrones de azúcar envueltos en papelitos celestes. Todas las mañanas. Ni bien baja el escalón de mármol, saliendo del almacén (rumbo al hospital presumo) abre un terrón y se lo lleva a la boca. Se aleja de mí en un crujido de azucar que se disuelve en la boca. Yo sabía que era enfermera por el uniforme que lleva en el brazo siempre. Su cabello es hermoso.

La enfermera dijo...

Con el uniforme en el brazo me habrà visto una vez, porque suelo ir al hospital ya vestida, con por arriba el sobretodo.Habrà sido una vez. Los terrons de azucars los como a veces, si, entons habrà sido esa vez, que me vio, porque el escalon de donde salgo es de marmol. Pero no agrado de enamorar asi por ver pasar, y decir. Contesto porque es educat comunicar con los vecinos.Disculpe, no debo explicar, asi. Si fumo paso, si quiero empezar a fumar voy a la tabaqueria y veo, los tabacs, los tabacos. Hay distintos tabacos.

Lalegre y la muerta de pena dijo...

Los roedors pueden hacer buena compañía. Mucho mejor que la del humans.
Aunque mi hermana diga que estoy loca y amargada.
Estoy harta de que me respire en el oído.

Santa María de las Flores dijo...

un buen plano secuencia.

el trópico rebelde dijo...

Qué bueno que le gustó, señora.