4 may 2010
Nos quedams 4 horas en el café, hasta que los sobretodos podiamos usarlos y salir a la calle otra vez. Pero de correr bajo la tempestad de nieve ya no necesitaba. En las 4 horas el entregador de roedors me prestò su reloj y yo lo tuve en mi, al reloj, y me registraba, dentro de mi, porque no llevaba lapiz ni cuaderno de notas. Registraba si mi tiempo era como el tiempo alrededor, o si desentonaba como mi uniforme con el café, y cuals eran las relaciòns entre el desentonar de una cosa y la otra. Pero no la encontrè la relacions entre estas cosas, por eso cuando me voy de la ciencia me confundo. Como con la lingua, el idioms.Porque en el orfanat las maestras de idioms o de linguas cambiaban: eran hermanas que venian, entraban, enseñaban y despues de 2 años se iban. A la India se iban, al Africa, al Asia, a la America. Y venian tambien del Asia, de las Americas, de otros mares de Europa, y de Islas tambièn. Y cada una tenia su lingua propia, y nosotras nos adaptabamos y aprendiamos cada 2 años novas linguas, mal, de màs, como todas las palabras que se dicen porque fueron aprendidas. Pienso en la señora Jacqueline, si estarà aun en el hospital. Pienso en su historia clinica que tengo en mi hogar. Pienso que la señora no habla pero no est mal, por un periodo, no hablar, despues de todo, las palabras están siempre de màs cuando se dicen y despuès se desdicen y entons cambian como el humor, y yo no gusto de dejarme llevar por el humor, porque despista. Las palabras podrian ser 12 en total, o menos, creo. Pero no se porque uso tants palabras en las 4 horas reales de reloj que hablams el entregador de roedors y yo. "¿Quiere otro café con zambuca?", pregunta el entregador de roedors. Porque ya tomamos otros cafés pero con azucars y zambucas, que es alcohol, que altera las percepcións. "No, gracias", le contesto. "¿ Conoce el jazz?", me pregunta. "No, hace poco llegué a la ciudad ", le contesto. "El jazz es música", dice. "Ah, ", digo. "¿Como los violins, la campanadas, Sibelius?", pregunto. "Si, quiere venir a mi casa a escuchar?", me pregunta, y yo "Si", le contesto. Y mientras yo me ponia el sobretodo y despues que él pagó por todo, vi como se llevaba la azucarera con tapa sin que nadie notase nada y sin derramar. Una vez afuera me la dió. " Es un regalo, para usted, señorita". "Gracias, yo como azucars en terrons, pero la voy a utilizar dandole otra funciòn".
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2 comentarios:
Felicitacions, Srta. Enfermera,
su historia est cada día mas interesant.
Parabéns.
gracias Monsieur Gord.
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