24 sept 2010
No despierto. No soporto. Los pájaros se anidan en mi cuello y a la vez estoy en el reparto infantil. Se congela. Los niños usan mi cuerpo: una pelota de trapo en el lugar de la cabeza y ruedo bajo las camillas haciéndoles creer que soy quien desean que sea. En la caja soy el error de la fortuna. No la mía. Con la fuerza del cuello ruedo hasta la cornisa y me dejo caer. Vuelo hasta la vereda nevada. La terraza termina en usted, escuché. No, la terraza continua.
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