12 ago 2010

Llega una paciente del reparto primeros auxilios para una consulta con mi doctor. Presenta traumatismos en el rostro y visible estado de alteración por lo cual le será aplicada la procedura. La paciente por casualidad tiene las uñas en extremo largas y barnizadas, como la recepcionista de la recepción. "Tratamiento", dice el doctor. Obedezco con menos watts de los que requiere la procedura, por piedad mia, por suerte suya. Cuando termino no tengo apetito: mejor, me ahorro el dinero del comedor. Vuelvo a la habitación de las sàbanas, agarro la caja. Está envuelta en tela marrón. No es marrón de marrón cartón. No parece una caja de devolución. Parece una caja de regalos listos para ser ofrecidos, no devueltos. Regalados, dedicados, recibidos, festejados. La caja no tiene el aspecto de las furias ni de las traicións de quienes devuelven lo que nunca se dió . (Pero como nunca recibí regalos, ergo nunca tuve devoluciones, mis conclusiones no son validas ni cientìficas). Cubro la caja con mi delantal, hoy tengo el moño bien ajustado a la cintura, atravieso el corredor, llego al ascensor, pulso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Segura de tener el moño bién ajustado enfermera???