28 mar 2011

Caminamos el entregador de roedors y yo hasta la calle de las joyerias. Yo pienso en joyas pero me lo prohibo por las dudas, como siempre. Pero siempre no es el hoy y entons lo miro a él con un si quiero verlas todas y cada una. Y pasamos el tiempo eterno nuestro frente a piedras preciosas y oros que forman anillos, collars y pendientes. La cruz que llevaba en el orfanat era de madera pero no la tengo en mi porque la utilizé para estabilizar un lado de mi cama que inclinaba y me impedía el sueño. "No robe nada por mi", le digo. "Con la azucarera me basta".

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