16 abr 2011

Vuelvo al hogar de la austríaca, que casi también es mi hogar si no fuera que nunca me convidan ni me invitan a sentarme en la sala. Subo las escaleras hasta mi abitación y veo que las manchas de sangre sobre el alfombrado todavía estan. Pienso entons: inventar una historia que no sea la real porque el motivo por el que maté al de la portería nocturna no es de interés, porque el hambre ajeno no interesa ni se comprende. Entro y mi cama esta bien tendida, bien estirada y a mi me gusta dormir vestida sobre la cama bien tendida aunque no se deba. Pero estando sola los deberes me los debo a mi, y si no los cumplo decido luego como proceder ante mi misma. Vacío los bolsillos de mi sobretodo y me saco el reloj de pulso del entregador de roedors que llevo en mi. Apoyo el reloj en la mesa que se dice de luz aunque mi mesa no tenga luz. Mi mesa tiene el reloj, pero no la puedo llamar mesa de reloj ni mesa de tiempo. Mejor pensar en frio antes de dormir y evitar la caída en la baldosa.

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