28 mar 2010
Camino por el corredor del hospital, no por un laberinto. No me gusta exagerar por eso no exagero. El hospital est para nacer y curar. Congelar, quemar, electricitat son proceduras que van màs allà de mi comprenciòn actual de los avances de la ciencia, que termina exactamente con mi tìtulo de enfermera profesional A. Asi como termina al borde del abismo del campanario del orfanat, alli donde se decide si se come o no se come. Esto lo expliquè pero alguno no lo entiendiò: las piedras caen. Yo del abismo no caigo porque me fui a tiempo y elegì, otro, màs bajo, con limite en la baldosa de mi hogar, fuera de mi adentro pero no tan lejos como para caer, perderme y nunca màs volver. El abismo de los pacientes està en sus cuerpos que asisto con la ciencia, que avanza. Abismos dentro y fuera con sintomat o sin sintomat por descuido o distracciòn del afecto que no ven. O del afecto que no los ve, pero incisten y es entonces que caen al abismo, o desde el abismo. Se lastiman y terminan aqui, en el hospital. Mis piedras no caen al azar. El azar no està en la ciencia, pero si el error. El error es el padre de la ciencia, y la madre la paciencia, y no lo digo por orfandad. No uso ironìa ni juegos de palabras que si puediese extinguirìa. Pensar en frio en el corredor del hospital mientras camino sin medias me hace alinear las ideas porque los corredors son derechos y largos y me llevan directamente al laboratorio.
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1 comentario:
me encantó! lo errores que se leen son geniales, te ponen en el abismo como el personaje.
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